Ludo y las chicas veloces
- Elena Soldado Llamas
- 6 mar
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 8 mar
Ludo y Sofía estaban en la plaza, viendo a unos chicos de la aldea correr carreras. En cuanto terminaron, Ludo se giró hacia Sofía con emoción.
—Voy a apuntarme, ¡a ver si les gano!
Sofía sonrió.
—Yo también.
Ludo parpadeó, sorprendido.
—¿Tú?
Sofía lo miró con curiosidad.
—¿Por qué dices "tú" así?
Ludo se encogió de hombros, rascándose la cabeza.
—No sé… Es que nunca había visto a chicas correr tan rápido.
Sofía alzó una ceja y caminó hacia la línea de salida sin decir nada. Se agachó, lista para la carrera.
—Pues mira bien —dijo con una sonrisa desafiante.
Y cuando dio la señal, Ludo se quedó boquiabierto viendo cómo Sofía cruzaba la meta antes que todos.
Él tardó unos segundos en reaccionar, pero cuando la alcanzó, jadeando, soltó una carcajada.
—Vale, lo admito. ¡Eres rapidísima!
Sofía le guiñó un ojo.
—Ya te acostumbrarás.
Cuando Sofía y Ludo se fueron de la plaza, él siguió dándole vueltas. No era que pensara que las chicas no podían ser rápidas… simplemente nunca se lo había planteado.
—Oye, Sofía… —dijo finalmente—. A lo mejor hay muchas chicas rápidas, pero como casi nunca salen en las carreras importantes, parece que no existen.
Sofía sonrió.
—Exacto. Por eso hay que correr. Para que se nos vea.

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